domingo, 4 de noviembre de 2007

Relato concreto (parte 4)

El frío se había vuelto una costumbre...
El colectivo no tardó mucho en llegar. Metí las monedas y me dio tres boletos. Nos sentamos atrás de todo. El colectivo es muy reconfortante un domingo a las 3:25 de la mañana, tras haber caminado unas 50 cuadras sin parar a la intemperie.
Bajamos en la estación de tren. La oscuridad de la plaza seguía siendo la misma, pero todo era mucho más silencioso. Adentro de la estación había una ronda de policías hablando.
Fuimos hacia la escalera para llegar al andén. En el puente había unos puestos de facturas calentitas, fuente de tentación para sanar el hambre y el frió en cierta medida.
El andén está frío y corre viento. La espera se hace difícil. Surgen algunas ideas, temas de conversación, chistes y preguntas.
Tarde pero seguro... el tren ya está acá. Conseguimos asientos. Nuevamente en el tren se siente el confort del colectivo. Hay un chico parado contra el dorso del primer asiento, comiéndose un pancho. Por lo visto muy bien no le cayó, por que cuando lo terminó se quedó dormido en el piso del tren.
Llegamos a Longchamps. Ahora hay que buscar medio de transporte. Colectivos... no, no hay. Remises... no, todas las agencias piden código. Nuevamente tuvimos que recurrir al más viejo medio de transporte concebido en la historia del hombre... las propias patitas.
"Doce cuadras más no nos van a matar". Fueron las doce cuadras mas fáciles de caminar en mi vida, todas las calles conocidas y con números que respetan un orden creciente o decreciente.
La llegada a casa sin problemas y sin comida... y finalmente el sueño reparador. Para descansar de una jornada caminada, problemática, y con un grupo que comenzó unido y terminó disperso y desconcertado.
Por la mañana del otro día, me encuentro con mi compañero de aventuras. Que venía con una noticia que, objetivamente, no era ni buena ni mala. La casa que estuvimos buscando estaba en la calle de dos cuadras de largo que recorrimos antes de agarrar por Frías.
No solo habíamos caminado 50 cuadras innecesariamente, sino que también habíamos estado en nuestro paradero, pero muy ciegos para reconocerlo.

1 comentario:

Federico dijo...

Basado en una noche real.