Su sonrisa se había ido a dormir. Sus ojos se habían ido con ella.
Y junto con ellos la calidez de su ser.
Yo estaba muy cómodo en el piso, me encanta dormir en el piso.
Las luces se fueron apagando de a poco, como en una extraña coreografía ideada al azar.
Mientras las luces parpadeaban, se revelaban detalles ante mí, fragmentos, cosas más y menos importantes que había en la habitación. Las bibliotecas de las paredes habían ganado presencia, y los libros en las paredes tenían tanto para decirme.
Pasó alguien caminando por la vereda, sin embargo lo escuché como si estuviera enfrente mío. El silencio era realmente muy poderoso.
Casi no me movía. Me sentía muy confortado en esa clara oscuridad. Confortado por no tener que soportar el frío y el viento. Confortado por estar con la gente que quiero. Confortado por que esta vez había salido todo bien.
También me confortaba que estaría ahí durante la mañana, que esto todavía no había terminado. Todavía hay mucho por lo que reír.
Y caí en el sueño... en esta reconfortante clara oscuridad.
lunes, 26 de noviembre de 2007
Clara oscuridad
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2 comentarios:
Será que todavía tengo mucho que aprender. :)
Es lindo sentirse tan en sintonía con el contexto en el que uno se encuentra. Me gusta que el silencio sea poderoso, es una de las cosas que a la noche de capital le falta en gran medida (demasiado ruido para mi gusto).
Un beso!
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