miércoles, 9 de abril de 2008
Pain of salvation - Pluvius Aestivus
Es Pluvius Aestivus, del DVD del álbum BE grabado en el otoño del 2003, Lokomotivet por Lars "Ludde" Lundin. Producido por Daniel Gildenlow.
Espero que les guste...
viernes, 21 de marzo de 2008
Renovando
Últimamente lo tengo medio olvidado a m blog. Pero bueno, acá estoy, renovando.
Estuve revolviendo un poco el arca perdida y encontré estos cuentitos relocos que escribí hace ya algún tiempito. No son la gran cosa pero bueno, quería subir algo.
Dicen mas o menos así...
Casi termino mis estudios
Eran casi las tres y media de la tarde. Estaba a punto de salir de la facu cuando encontré algo más entretenido que hacer.
Había un balero tirado en el suelo. Lo conté, era uno solo. De modo que opté por arrojar los apuntes por los aires (tratando de no herir a nadie) y me puse a jugar con el balero.
Hasta que me morí de viejo.
Atajo
Habernos quedado a dormir en una sombría casa abandonada no fue de nuestras mejores ideas. Así que agarré y rajé.
Primero me vestí, sin hacer ruido para que los chicos no se despierten, como pude, porque estaba obscuro. Salí de la habitación, bajé las escaleras y me dirigí hacia el sótano, yo sabía que ahí había un atajo.
Ingresé al susodicho sótano y encendí una linterna que traía conmigo. Me guié hasta un viejo baúl de roble e intente abrirlo.
Tenia candado.
Por suerte este se encontraba abierto. Así que lo abrí nomás.
El cofre, no el candado.
Adentro estaba mi casa. Y me metí. Era mi casa.
Incidente anillo
Nos habíamos divertido mucho en la joda. La pasamos bien… Lástima el incidente con el anillo.
Fue más o menos así:
Micaela estaba llorando en el baño. Soledad fue a consolarla. Matías estaba preocupado por lo que había pasado. Enrique lo consolaba. Claudia sonreía, pero no estaba feliz, lo hacia por los nervios. Luís dormía, por que no había dormido hace catorce semanas. Federico cambiaba su punto de vista con cada frase que pronunciaba. Marisa intentaba entender el punto de vista de Federico. Ezequiel no estaba, (ni tampoco estaba Nepomuceno) se había quedado en la casa. Enrique soslayaba cualquier dejo de ironía en las palabras de Raquel. Julio, embarazosamente, lustraba el marco de un retrato que había en el pasillo. Melina se ponía nerviosa. Edgardo dormía. Edipo lo despertaba. Alejo se presentó indiferente a la manera en la que los hechos acontecían, algunos en simultáneo y otros de manera sucesiva. Pedro tampoco se hallaba presente.
Y a todo esto, yo, me había encontrado un anillo. Bernardo me lo quiso arrebatar. Pero lo golpeé antes de que la idea se le cruzara por la cabeza. Felipe lo quiso defender, pero me tenía miedo. Opto por tirarse un pedo que duro veintidós segundos.
Huí despavorido. Pero con el anillo.
De entre las sombras apareció Azucena, que decía “Tranquilo no te vamos a hacer nada”. Pero yo sabía lo que quería, ¡¡¡¡QUERIA MI ANILLO!!!!.
-Ni en pedo te lo doy turra -dije-.
-No quiero el anillo,-musitó- solo quiero que vayamos a donde están todos.
-Si me agarras-grité-.
Corrí hasta la pared. Quede enfrente de un ventanal abierto… salté por él.
Pasa que me olvidé que la joda se hacia en un departamento en el decimotercer piso.
Me rompí las patitas… y perdí el anillo.
Parado
Dorrenato escribía un libro.
El viento abrió el ventanal del estudio.
Se paró para cerrarlo.
El ventanal, no el estudio.
No lo cerró.
Lo entabló.
Pero abierto.
Se sentó a escribir un libro.
El viento le voló las hojas.
Las levanto.
Se puso las hojas.
Eso le cambio mucho el aspecto.
El aspecto interior.
El exterior seguía como siempre.
Solo que mas bajito.
Por que estaba descalzo.
No mentira.
Estaba arrodillado.
Pero lo que cambió no fue el aspecto externo.
Cambió el interno.
El aspecto interno.
Ahora era azul.
Hasta ese momento era rojo.
Así que se saco las hojas y fue a la cocina.
No alcanzaba la alacena.
No por que este alta.
Ni por que el fuera bajito.
Por que estaba arrodillado.
Él era alto.
Muy alto.
Era tan alto que podía alcanzar la alacena arrodillado.
Así que la alcanzo.
Saco un par de ideas de un frasco.
Fue para el estudio.
A terminar el libro.
Le faltaban cuatrocientas mil cuarenta y nueve palabras.
El frasco había quedado abierto.
Las ideas se empezaron a escapar.
Un contingente de pensamientos, movimientos artísticos e ideales políticos y filosóficos invadieron la casa.
Dorrenato aceptaba todas y cada una de estas nuevas ideas y las plasmaba en el libro.
Se contradecían.
Una hablaba de falsificar billetes.
Otra de lo malo que era hablar de falsificar billetes.
Otra falsificaba billetes.
Dorrenato escribía cada vez más rápido.
Hasta el punto tal en que quemó las hojas del libro.
Se paró.
Pensó.
Pensó que hubiera pasado si no hubiera destapado las ideas.
-Mi vida seria la más feliz de todas las vidas,-dijo en vos alta- no yo, sino mi vida.
-Hubiésemos sido felices los dos -dijo la vida-.
Después pensó que hubiera pasado si no hubiese empezado a escribir el libro.
Lo que se le cruzó por la cabeza requiere de muchas palabras aun desconocidas en el vocablo castellano para ser descrito.
Pero el había escrito el libro, y lo había quemado.
Ahora toda la casa estaba en cenicientas ruinas.
Habían pasado diez días desde el incendio.
Dorrenato sulfuró.
Tras varios días de estar parado, inmóvil.
Porque esa era la primera vez que Dorrenato se paraba.
Espero que les hayan gustado (o por lo menos que no les hayan disgustado XD)
Saludos.
Un Abrazo.
PD: Espero volver a escribir un poco más seguido por acá.
domingo, 2 de diciembre de 2007
El sentimiento sin nombre
Hay algo raro... es como un sentimiento, una especie de sensación rara que crece en mi pecho.
Hace un tiempo que apareció y la confundí con muchas otras cosas.
Pensé que se trataba de ansiedad, por algo... pero los hechos se sucedían y "el sentimiento" seguía molestando.
Pensé que se trataba de algún tipo de enamoramiento, pero mi corazón divagaba por distintos parajes saciándose de afecto, y "el sentimiento" seguía sin desaparecer.
Quizá no sea nada que haya sentido antes.
Quizá solo se trate de un cambio, de una etapa o algo así.
Siento como si mi ser no cupiera en el espacio que le fue concedido. Como si a mi mente no le alcanzara con un solo cerebro. Es como si me estuviera expandiendo y no tuviera hacia donde. Siento que puedo hacer mucho más de lo que en realidad puedo.
No se lo que será, pero cada vez se hace más presente. Es un poco incomodo cuando queda en primer plano respecto de las demás sensaciones.
Me gustaría leer tu comentario, a ver si tenés alguna idea de que pueda llegar a ser. A lo mejor vos pasaste (o estás pasando) por algo similar.
Aunque creo que muy bien no se entiende, es algo muy difícil de explicar.
Dedos inertes.
Estoy sentado frente a la computadora, con la ventanita de mi blog abierta.
Ya elegí la fuente y el tamaño, me acomodo un poco y dejo que la magia fluya a través de mis dedos...
Pero... no. No aparece nada. No salen palabras de mí. No logro verbalizar nada. No me convence ninguna frase.
No se me ocurre nada para escribir... y eso es algo que realmente detesto. Odio estar falto de inspiración.
Lo peor del asunto es que siento, adentro mío, que hay algo que escribir. Hay algo en mi mente, corazón o donde sea, que tiene que salir para afuera. Tengo mucho acerca de que escribir. Pero no lo logro.
Es tristemente insoportable.
Quizá sea el cansancio, quizá sea el aburrimiento, pero hay algo que bloquea mi fluidez.
Algo que mejor que se vaya pronto.
miércoles, 28 de noviembre de 2007
Elegir una identidad.
Me pareció muy interesante y real.
¿Es verdad que elegimos nuestra identidad?
Últimamente se podría confundir.
Estamos constantemente bombardeados con información innecesaria. Mucha de esta información trata de llegar a nuestro cerebrito y hacernos elegir tal o cual cosa.
Y ni hablar de la mentalidad, desde que nacemos que observamos y aprendemos actitudes que se vuelven nuestras costumbres, pero... ¿Las elegimos?
Por otro lado me queda una pregunta por hacer ¿Que és nuestra identidad?. ¿Cambiamos nuestra identidad al cambiar nuestra manera de pensar? ¿Dejamos de ser quienes somos?
Yo creo que elegir una idenidad es posible, es dificil pero posible.
Por eso quiero invitarte a elegir tu propia identidad. Aunque sea una idiota, una identidad estúpida. Por que es preferible elegir ser un idiota a que otro eliga que debemos ser.
Que tan detestable puedo ser.
Y presto atención a los que me rodean.
Hay algo en la forma en la que actuan.
No dan importancia a mis fráses.
Las interrumpen y las ignoran como si no existieran.
Abrí los ojos y me dí cuenta que nada era como creía.
Me había empezado a sentir entendido.
Pero por lo visto eso no es así.
Por lo que veo, yo también resulto hartante.
Yo también soy insoportable.
Yo también soy aburrido.
Yo también soy predecible... detestable.
Pero... siendo quién soy... ¿Qué tan detestable puedo llegar a ser?
¿Cuando llegará el punto en el que ya no les alcanze con ignorarme y tengan que decirmelo en la cara: "Callate"?
Es curioso, muy curioso.
Cuando alguién no me conoce no me habla.
Apenas me conoce, empieza a hablarme.
Cuando me conoce un poco mejor, me habla más.
Y ahí empieza a decaer.
Hasta el punto en el que me ignoran.
Y la curva vuelve a subir.
Y me vuelven a hablar.
Es cíclico.
Es muy probable que a vos esto no te importe.
Pero a mi me parece raro, no se.
Es raro hoy, que justo a todos se les dió por ignorarme.
lunes, 26 de noviembre de 2007
Para vos y para mi.
Pero eso no es lo que me importa. Hay una cosa que me importa mucho más allá de eso. Me importa que vos también dormís. Me importa que vos también sentís. Me importa que vos también sos importante.
Me gusta creer que detrás de todo eso que veo y siento hay una persona, con un corazón.
Si te quiero, es por que me dejaste ver a la persona que hay en vos.
Un abrazo grande a todas las personas que lean esto.